Spunti di riflessione su un’etica per il nostro tempo

Resumen

Frente a la realidad global se ha asistido al progresivo encogimiento del espacio de la acción política para dejar campo libre al empujón impositivo de los sujetos dominantes.

Las sombras de un sistema diluido y expandido de poder que máscara los verdaderos sujetos que imponen el propio deseo y la contextual rarefacción de los contrapesos ideados para contener las derivas autoritarias y arbitrarias, vuelve a llamar el problema de la definición de la base valoriale del poder. Sobre el tema el aproche de fondo está en el sentido de la contraposición entre propuestas de no cognitivismo assiologico y visiones perfeccionista.

Justo sobre la raíz de las teorías que se han orientado a una búsqueda de reglas formales para dirigir las acciones materiales y a la indicación de procedimientos racionales para respaldar las elecciones colectivas, se ha ido refinando la teorización de una ética pública que, superando los límites de una dirección metafísica, se ha delineado como una propuesta objetivista y costruttivista. Con el declarado intento de elaborar un esquema abierto de comparación crítica y colectiva por la determinación de la moralidad de las instituciones, el núcleo de la investigación concierne el descubrimiento de los criterios de justificación de principios y reglas que presiden a la esfera pública, por la formación de un consentimiento colectivo defendible a través del recurso a buenas razones.

Partiendo de tales premisas, el autor, después una crítica en relación a las varias teorías sobre la ética pública contenida en las obras de Bentham, Rawls y Dworkin, desea una reflexión sustancial de los procesos organizativos de la esfera pública, que invierta las modalidades de intersección de política, derecho y economía. En particular, se advierte la necesidad de recomponer la unión entre lo justo y el bien, sin prescindir de los contextos y de la presencia de ideales y valores existentes de hecho, que connotan cada comunidad y también los individuos, verificables racionalmente.

El político, lo jurídico y lo económico no tienen valor en si, y tampoco en su recíproca relación, pero sólo en conexión con aquel entero que es el humano.